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KOSMICHESKIY REYS: FANTASTICHESKAYA NOVELLA (1936)

Ficha técnica

Título inglés: The Space Ship / Cosmic Journey / The Space Voyage
Nacionalidad: URSS
Productora: Mosfilm
Director: Vasily Zhuravlyov
Guion: Aleksandr Filimonov y Konstantin Tsiolkovsky (novela)
Efectos visuales: Fodor Krasne
Dirección de fotografía: Aleksandr Galperin
Intérpretes: Sergey Komarov (academico Pavel Ivanovich Sedikh), K. Moskalenko (profesor Marina), Vassili Gaponenko (cadete Andryusha Orlov), Nikolay Feoktistov (capitán Viktor Orlov), Vasili Kovrigin (profesor Karin)
Duración: 64 m.

Estamos ante una de las producciones más curiosas de cuantas se produjeron en la Europa comunista. Lo primero que habría que decir es que, a pesar de estar realizada en un año como 1936, es decir, casi una década después de la inauguración de la era sonora en el cine con El cantor de jazz (The Jazz Singer, Alan Crosland, 1927), esta película pertenece aún al periodo mudo. Lo que Tiempos modernos (Modern Times, Charles Chaplin, 1936) era para el occidente capitalista, Kosmicheskiy Reys lo estaba siendo para el oriente socialista. Ambas películas adquieren así un aspecto de reliquia, de testimonios de una forma de hacer ya extinto, de pertenecer a un pasado superado pero que parece resistirse a desaparecer.

En el caso del filme soviético que nos atañe, hay varias fuerzas de origen opuesto que tiran con ímpetu en distintas direcciones, haciendo de la cinta una propuesta sugerente y muy distinta. Por una parte, el ambiente tecnológico y científico en el que se mueven los personajes choca al instante con esa textura primitiva del cine mudo que envuelve a cada fotograma. Pero, además, el sabio uso a la hora de filmar maquetas con la técnica del stop motion permite la inclusión de figuras a escala en movimiento, creando un notable efecto de verosimilitud en cada escena. Los gigantescos cohetes espaciales, filmados en travelling y en contrapicado para dotarles de una mayor fisicidad y grandiosidad, se ven acompañados de pequeños elementos (vehículos y humanos) que otorgan al conjunto un gran impacto visual. Lo mismo ocurre cuando la acción se traslada al espacio, generando el efecto de ingravidez de los cosmonautas (a través de cables en el caso de los actores, y de animación fotograma a fotograma en el caso de las figuras que los representan sobre la superficie lunar) con destacable soltura y fluidez, casi como si de un ballet se tratara. Todos estos son momentos cinematográficos prodigiosos, dada la profesionalidad con la que fueron filmados y el año en el que se realizaron.

Visto desde nuestro siglo XXI y habiendo pasado medio siglo desde que el primer ser humano pusiera por primera vez un pie en nuestro satélite, este filme guarda algunas sorpresas en su manga. Y es que hay imágenes en Kosmicheskiy Reys que parecen visionarias, pues comparándolas con las que tenemos en la retina de las primeras misiones a la luna obtenemos paralelismos asombrosos: la separación de las distintas fases del cohete o las imágenes de la aproximación del módulo a la superficie lunar son tan similares entre sí que este filme soviético parece una profecía más que una fantasía. Sin embargo, uno de los factores más agradables para ubicarlo en el género de la ciencia-ficción está en todos aquellos elementos comunes que lo emparentan con la aventura verniana. Efectivamente, el espíritu del novelista está muy presente en su argumento a través de su obra De la tierra a la luna, pero también lo está «dentro» de su argumento, puesto que el personaje principal, aquel que lidera el viaje espacial, tiene unas características físicas que lo emparentan con Jules Verne, haciendo de él el perfecto cicerone para esta fantástica aventura.

Además, su aspecto sabio y venerable es un soporte ideal para una de las tramas que sustentan el esqueleto ideológico del filme: el relevo generacional. Porque Kosmicheskiy Reys es una obra sobre la colaboración necesaria entre distintos estratos sociales (hombres y mujeres, ancianos y niños, científicos y obreros, etc.) no solo para lograr la consecución de un hito para la humanidad como era el de poner un pie en la luna, sino también para vencer a las fuerzas reaccionarias que deseaban entorpecer el desarrollo de la sociedad. En un país que trataba de imponer la colectivización forzosa, uniendo al pueblo contra los facciosos que trataban de frenar los logros del socialismo, no es extraño encontrar un reflejo de sus procesos históricos incluso utilizando la ciencia-ficción como metáfora. Mucho más si los protagonistas viajan en un cohete espacial llamado Iósif Stalin.

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